Los datos filtrados por Wikileaks, cuyo fundador Julian Assange, dio esta misma mañana una rueda de prensa en Londres, no por menos conocidos dejan de ser espeluzantes: 103.000 iraquíes murieron durante el conflicto, y de ellos más de la mitad eran civiles inocentes.
Son las primeras cifras “oficiales” al respecto, ya que no se llevaba una contabilidad de las mismas.
Además, los Estados Unidos permitieron que los nuevos iraquíes al mando torturaran y ejecutaran extrajudicialmente a presos, haciendo caso omiso a las denuncias.
Los 391.831 documentos publicados por Wikileaks en lo que supone la mayor filtración sufrida por el ejército del país norteamericano, también revelan otras prácticas contrarias a la Convención de Ginebra como el asesinato de combatientes que se habían rendido o la presencia de asesores iraníes entrenando a insurgentes en el propio Irak.
La administración estadounidense ha condenado la publicación de los documentos y pedido su clausura, al mismo tiempo que asegura que en ellos no se recogen violaciones de los derechos humanos por parte de sus tropas.
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